19 de Agosto de 2014 | Mendoza

En homenaje a José de San Martín, militar, político y gobernante revolucionario


Por Guillermo Carmona / 
La esencia revolucionaria, liberadora y latinoamericana de José de San Martín ha quedado desdibujada en nuestra historia por obra de aquellos que en la edificación de la historia oficial forjaron un prócer a la medida de sus propios proyectos políticos. 
Con enorme placer y en muchos pasajes con sorpresa he leído en las últimas semanas "Seamos libres y lo demás no importa nada. Vida de San Martín de Norberto Galasso, magnífica obra que de manera documentada y rigurosa derriba los grandes mitos que cimentaron la versión de la historia oficial y de otras corrientes historiográficas que elaboraron semblanzas de San Martín alejadas de la esencia revolucionaria de su pensamiento y acción política y militar. 

Como mendocinos tenemos que rescatar a ese San Martín político, Gobernador Intendente de Cuyo, que desarrolló una acción profundamente transformadora de la sociedad y la economía provincial, hombre de convicciones antiabsolutistas y democráticas profundas. A 200 años de su llegada a Mendoza se nos impone la tarea de impregnar a nuestra acción política y gubernamental del ímpetu revolucionario y transformador del Gobernador José de San Martín. Galasso sostiene que durante su Gobernación "la acumulación de capital y la movilización de amplios sectores sociales se combina con una fuerte participación estatal que centraliza y planifica la producción. 

Así resulta posible el desarrollo de sementeras estatales, ampliándose y perfeccionándose el régimen de riego y poniéndose tierras fiscales a explotación" y destaca otros campos de actuación en favor de los trabajadores, de salud pública, de educación, de desarrollo económico, etc. Dice San Martín, como podríamos nosotros decir hoy para referirnos a nuestro pueblo: "No hay voces, no hay palabras para expresar lo son estos habitantes. Estamos en la provincia de Cuyo y todo se hace". 
Como argentinos tenemos que dejar de concebir un prócer argentino para ponerlo en el plano de su trascendental obra de liberación americana. Mitre desde su posición porteñista y probritánica instauró la idea de un San Martín protagonista de "la revolución argentina americanizada". Galasso señala al respecto que Mitre promueve una doble tergiversación: "mientras, por un lado, se descalifica a Bolívar por su expansionista 'ambición colombiana', sus pretensiones 'autoritarias' y su sueño 'delirante' de reconstrucción hispanoamericana, se lo descalifica también a San Martín al mostrarlo como el promotor del plan de 'hegemonía argentina' y el partidario del desmembramiento de la Patria Grande". Una Carta al General Tomás Guido del año 1845 devela el pensamiento profundo de este Padre de la Patria Grande: "Usted sabe que yo no pertenezco a ningún partido, me equivoco, soy del partido americano".

Como latinoamericanos tenemos la oportunidad de redescubrir (tal vez, para ser más precisos, descubrirlo, porque presumo que poco lo conocemos) a este hombre monumental que tuvo la capacidad de visualizar las diferencias de lo que hoy denominaríamos contradicciones principales y secundarias: "En fin, paisano, transemos nuestras diferencias. Unámonos para batir a los maturrangos que nos amenazan y después nos queda tiempo para concluir de cualquier modo nuestros disgustos en los términos que hallemos por convenientes sin que haya un tercero en discordia que nos esclavice". (Carta de San Martín a Estanislao López, 1819). Suplantemos hoy la palabra "maturrangos" por la que más nos inquiete, sea imperialismo, colonialismo, fondos buitre o la que fuere. 

El dilema para nuestra América Latina sigue estando en el campo del ser: "Seamos libres y lo demás no importa nada", como nos enseñó el revolucionario José de San Martín.